La mayor fiesta religiosa de Salta cuenta también con gente que brinda su tiempo para múltiples tareas.
Porque dar es recibir, porque ayudar a otro es ayudarse a uno mismo, porque juntos se puede.
En la Catedral Basílica, los voluntarios son un ejemplo de todo lo dicho antes.
Son 800 personas que distribuidas en tres turnos recorren la Catedral Basílica de norte a sur y de este a oeste.
Son los encargados de mantener el templo en perfecto estado y además de recibir, acomodar y reordenar las donaciones de alimentos y de flores que llegan de manos los creyentes.
En el piso superior de la Catedral, detrás de la secretaría, un grupo de hombres y mujeres se mueven como hormigas trabajadoras llevando y trayendo las donaciones que los visitantes de la Catedral dejan en las oficinas o en un canasto con roldanas que se ubica sobre el pasaje lateral del templo. Una vez que los alimentos llegan a este espacio, los voluntarios se dedican a ordenarlos en un salón, según el producto del que se trate y la fecha de vencimiento de la mercadería. Además de alimentos, también llegan a la Catedral ropa y calzado, que se destinan a algunas de las familias más necesitadas de Salta.
Como entidad, la Catedral Basílica brinda ayuda en forma mensual a un cupo de 70 familias. Además también entrega esta mercadería a una serie de comedores que hacen llegar sus pedidos.
“Las zonas que más necesitan son del norte de la ciudad. Son las familias que se ubicaron en las márgenes del río Vaqueros. Y en la zona sudeste, en los barrios Democracia y Gauchito Gil, por ejemplo”, destacó el padre Lucio Ajalla, referente de la Catedral Basílica.
El cuidado de la higiene de la Catedral también está a cargo de este grupo de voluntarios, que limpia el templo tres veces al día y una vez al mes se concreta un mantenimiento total y a fondo de las tres naves y sus imágenes.